lunes, 19 de octubre de 2015

Amanitinas y faloidinas

No hace falta ser una gran y sofisticada proteína para cumplir una función en los organismos. A veces, pequeñas asociaciones de aminoácidos (péptidos) son capaces de producir grandes efectos, bien sea sobre el propio organismo, bien sobre organismos ajenos.

Este último caso es, por ejemplo,  el de las amatoxinas y falotoxinas. Son, en dosis mínimas,  capaces de tumbar para siempre (literalmente) al más grande y poderoso de los hombres.

Faloidina
Amanitina
Las amanitinas, dentro del grupo de las amatoxinas, son péptidos constituidos por tan solo 8 unidades; las faloidinas (las más conocidas del grupo de las falotoxinas) constan tan solo de siete aminoácidos. 

Ambas presentan una configuración cíclica, como se muestra en las  las imágenes que acompañan a este texto.

Su modo de acción y toxicidad son, sin embargo, distintas.

Las amanitinas, las más peligrosas, bloquean la acción de la enzima ARN polimerasa, la encargada de pasar (transcribir) el mensaje de ADN a forma de ARN mensajero para que después este último sintetice proteínas. Interrumpido este paso crucial el organismo pierde la capacidad de fabricar proteínas esenciales para su existencia. Aunque el órgano más afectado sea el hígado el fallo multiorgánico está servido si no se actúa a tiempo.  La dosis mortal se ha calculado en unos 0,1 mg/kg. Para entendernos, para una persona de 70 kg,  le bastaría la ingestión de 7 mg (0,07 g) de este compuesto para abandonar este mundo.

Las faloidinas son también compuestos altamente tóxicos. Su modo de actuación es diferente al anterior y actúan anulando el proceso de despolimerización de los microfilamenteos de actina de la célula, con lo cual se anulan todos los procesos en que estas proteínas se encuentren implicadas. Esta propiedad, sin embargo, las ha hecho útiles a la hora de "congelar" estos microfilamentos de manera que su estructura sea más asequible a los investigadores (por ejemplo, empleando conjuntamente técnicas de inmunofluorescencia en observaciones microscópicas). Otro argumento en defensa de estos heptapéptidos cíclicos es que, aún reconociendo su potencial toxicidad para las células hepáticas, resulta que no son absorbidos por el intestino, por lo cual no van a ser responsables del envenenamiento por ingestión de estas sustancias.

Amanitinas y faloidinas se encuentran en algunas especies de setas, en especial en el grupo de las amanitas, y en particular en la Amanita phalloides (la oronja verde) y la A. virosa. La primera de ellas es considerada una de las setas más peligrosas y mortales. A los efectos perniciosos que hemos mencionado hay que añadir su carácter "disimulado", pues los efectos negativos críticos pueden no aparecer hasta mucho tiempo despues de la ingesta (se habla de entre 6 y 40 horas), de manera que cuando se descubre el envenenamiento el deterioro orgánico puede que sea ya irreversible. Este cuadro sintomático recibe el nombre de síndrome faloidiano.
Amanita phalloides (foto con flash). Oronja Verde.
Sombrerillo verde oliváceo característico.

A. phalloides (las dos mismas que la otra imagen; foto de larga exposición, sin flash). Visibles anillo y volva blancos, al igual que las láminas.
La "faloides" es una seta que sin ser abundante, puede llegar a ser frecuente en nuestros encinares o alcornocales y más vale reconocerla, no sea que se nos cuele sin querer en el canasto setero.
Se trata de una especie conocida desde antiguo y a la que se le han achacado ilustres asesinatos, hasta de un mismísimo (y dignísimo, si hacemos caso a Robert GravesEmperador romano.



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